domingo, 5 de julio de 2015

Chacha-warmi: partes de un todo




La manera de entender y practicar los respectivos roles en una sociedad viene determinada, en gran medida, por la cultura y religión de dicha sociedad. En este caso, se analiza brevemente el papel de la mujer dentro de la noción aymará del chacha-warmi y cómo esta podría ser reintroducida en la sociedad actual.

Entonces, para empezar ¿Qué es el chacha-warmi? Si lo vemos desde una perspectiva biológica encontramos que se refiere a la división de sexos: chacha=hombre; warmi=mujer, pero desde una perspectiva sociocultural el concepto de chacha-warmi se traduce como matrimonio, como la unión de dos seres opuestos: hombre y mujer. Hablamos entonces de un “…cuerpo dual complementario en el que sus componentes se vinculan en concordancia”. (Layme Pairumani, Félix, 1998) Este dualismo es un fundamento del pensamiento andino que está presente en todas sus partes: cerro-valle, tierra-cielo, hombre-mujer. La complementariedad concibe la igualdad de estatus y posición de los componentes para acentuar el equilibrio conyugal, es decir, “ el significado de la vida conyugal y su estabilidad en el tiempo y espacio se desenvuelve en el concepto de panipacha, dualidad en que los componentes forman un cuerpo dual interdependiente, lo que le da su validez en la conciencia individual y colectiva, modelada por la misma sociedad”. (Mamani M., Manuel, 1999)
Dentro del Ayllu la familia nuclear nacida en el chacha-warmi es la unidad base  y genera un punto de equilibrio y armonización de las identidades hombre y mujer. Es a través de esta unión marital que hombres y mujeres llegan a la categoría Jaqui (ser humano), es decir, se complementan y se completan. Hombres y mujeres actúan como polos de atracción y entendimiento donde el chacha-warmi “trasciende la relación hombre-mujer para situarse como relación de complementariedad sin asimetrías”, es una “…expresión de convivencia entre partes iguales o diferentes que tengan un propósito común”.(Farah & Sánchez, 2008).

Es así que partiendo de la base de que hombres y mujeres tienen mismo estatus y categoría -son complementarios e internependientes-, queda analizar ¿cómo se desenvuelven en su vida en comunidad así como en familia?
En cuanto a la distribución de tareas y responsabilidades, éstas se reparten entre ambas partes según el sexo, donde hombres y mujeres si bien tienen distintas tareas, ambos participan del mismo proceso. Por ejemplo, en la agricultura el hombre se dedicará a arar la tierra y la mujer a plantar las semillas, la mujer tejerá en el telar de suelo (horizontal) para el hombre mientras que el hombre tejerá en el telar de pie para la mujer. Tareas que serán intercambiables ante la ausencia de alguna de las partes. Es decir, la mujer no se considera como sexo débil sino que está en la misma categoría que el hombre. La mujer no será dependiente de su contraparte para subsistir sino que los miembros de la pareja son indispensables para el funcionamiento óptimo de la familia y a través de ellos la comunidad dada la relación de complementariedad.

En el ámbito de la autoridad, la mujer cuenta con un papel de igual relevancia al del hombre; en cada manifestación social, económica, política o ritual  la mujer asume una mitad de responsabilidades, complementarias a las del hombre. No se encuentra una sola autoridad sino una autoridad doble o dual. Cada uno tiene las mismas atribuciones pero su manera de ejercerlas se manifiesta  diferentemente con los hombres y mujeres de la comunidad respectivamente. “La existencia al mismo tiempo de una autoridad dual  para el conjunto de la  comunidad  y de una autoridad específica  para cada mitad por sexo, permite que exista  una relación positiva  entre estas dos mitades”.  (Mamani M., Manuel, 1999) Es así que el sistema andino no genera relación de dominación o tensión;  no existe lucha de poder ya que cada parte se ocupa de “su mitad” para armonizar un todo coherente.

Dentro de la familia, el traspaso de conocimientos no es responsabilidad exclusiva de la mujer sino tanto de los padres y madres como de abuelos y abuelas. Se considera que madres y abuelas deberán enseñar a la hija todas las tareas relativas a ganadería, agricultura, artesanía y comercio que le atañen como mujer dentro de la sociedad mientras que padres y abuelos harán lo propio con los hijos. En la toma de decisiones ambas partes debaten hasta llegar a un resultado de consenso. Si una de las partes no estuviera presente, la respuesta será más bien confusa ya que falta “una mitad de la opinión”.


En base a esto, se puede apreciar como eje fundamental para tener en cuenta en una sociedad donde la mujer sufre distintos tipos de discriminación de género, que la mujer del chacha-warmi no se subordina al hombre sino que ambos, como iguales, se complementan. Que el trabajo reproductivo (más allá de dar a luz) puede recaer sobre el padre y la madre, teniendo ambos responsabilidades que cumplir en referencia a la educación y formación de la familia. Que la toma de decisiones se puede llevar a cabo sin la dominancia de una de las partes, que el consenso es una poderosa herramienta para conseguir el equilibrio. Finalmente, que la mujer no tiene por qué perder su identidad individual al momento de contraer matrimonio o empezar una familia, ambas identidades pueden ser compatibles y convivir simultáneamente.

Bibliografía:

  • Farah, I. y Sánchez, C. (2008). Perfil de género Bolivia. La Paz, Bolivia: Plural editores
  • Novillo, M. (2011). Paso a paso. Así lo hicimos. Avances y desafíos en la participación política de las mujeres. La Paz, Bolivia: Coordinadora de la Mujer – IDEA Institute for Democracy and Electoral Assistance.
  • Mamani M., Manuel. (1999). Chacha-Warmi Paradigma e Identidad Matrimonial Aymara en la Provincia de Parinacota. Chungara, Chile: Revista de Antropología.
  • Layme Pairumani, Félix. (1998). El Género en el Mundo Andino. La Paz, Bolivia: en línea.

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