domingo, 5 de julio de 2015

No hay receta perfecta: políticas públicas para la mujer trabajadora



Vivimos en una sociedad donde si bien es considerado “normal” que la mujer trabaje fuera de casa, las condiciones en que le toca afrontar esta realidad distan de ser equitativas comparándolas con las condiciones que tiene el varón en el mercado laboral. Una primera brecha entre hombres y mujeres de cara al ámbito laboral es la formación que ambos reciben, teniendo las mujeres menores opciones y acceso a estudios con lo cual se presentan menos cualificadas para los puestos de trabajo deseados. Así mismo, la dinámica laboral actual ofrece a las mujeres menor remuneración que a los hombres para puestos equivalentes, empleos de peor calidad y con menores posibilidades de ascenso. Paralelamente se espera de ella el cuidado y atención de la familia (niños y adultos mayores) sin tomarse en cuenta estas actividades como trabajo al no ser este remunerado. Debido a esto y otros factores, un gran porcentaje de las mujeres trabajadoras en Bolivia se dedica a realizar trabajo informal que, si bien es remunerado, cuenta con altos indices de inestabilidad y precariedad al no proporcionar prestaciones sociales a la trabajadora.  Es así como “la incorporación creciente de las mujeres en actividades generadoras de ingresos ocurre en condiciones específicas de desventaja, como el acceso desigual de derechos y beneficios sociales, oportunidades desiguales de desarrollo personal y laboral…” (Wanderley, F., 2008). Al mismo tiempo, “Las relaciones étnicas interactúan con las relaciones de género en la estructuración de las oportunidades diferenciadas en la sociedad y la economía boliviana. Las mujeres indígenas, migrantes de primera y segunda generación, se insertan en las actividades más precarias y peor remuneradas en el área urbana del país.” (Wanderley, F., 2008)

Es por esto que se plantea la necesidad de políticas públicas enfocadas en impulsar la participación de la mujer en el mercado laboral de manera justa e igualitaria.
Para esto, será necesario tener en cuenta la demanda que existe de incluir la economía del cuidado en la agenda pública para la promoción de la equidad de género en las relaciones laborales. Ya que “las relaciones de género actualmente vigentes en la sociedad boliviana, las cuales asignan a las mujeres la responsabilidad del cuidado en el seno de las familias y de las comunidades, las modalidades de inserción laboral de las mujeres dependen de las alternativas de conciliación de las actividades de cuidado, las cuales se estructuran a partir de la distribución del trabajo de cuidado al interior de las familias y de la existencia y accesibilidad de servicios públicos (estatales y no estatales) y privados de atención a niños y ancianos (Wanderley,  F., 2003).

También se deberá tener en cuenta que “los efectos de las situaciones de riesgo y vulnerabilidad social como vejez, invalidez, salud, desempleo, enfermedades y accidentes son más acentuados para las mujeres debido a su función reproductiva como también a la manutención de su rol como responsable principal del cuidado doméstico y familiar”. (Wanderley, F., 2008). Así mismo, contar con canales de interlocución que permitan que las actoras presenten sus demandas como mujeres trabajadoras en el marco del diálogo social será una herramienta de gran importancia para la realización de políticas públicas.


Teniendo en mente la importancia de la conciliación doméstico-laboral, la protección social y las vías por las cuales las necesidades de la mujer trabajadora se hacen escuchar, no hay que olvidar que no todas las mujeres son iguales ni tienen las mismas necesidades y que la desigualdad afecta a diferentes mujeres de diferentes maneras  por lo que una política pública eficiente y eficaz estudiará como primer paso ¿A quién se quiere beneficiar? ¿De qué tipo de mujer se trata? ¿Indígena? ¿Clase media? ¿Madre? ¿Madre jóven? ¿Mujer rural o urbana? Por otro lado, se deberá tener claro cuáles son las desigualdades a las que se tiene que enfrentar en particular esta mujer objetivo de la política en cuestión para lo cual “la estratificación del universo laboral por género, etnicidad y clase es uno de los principales mecanismos de estructuración de las desigualdades socio-culturales y económicas de la sociedad boliviana” (Wanderley, F., 2008).



Bibliografía:

  • Wanderley, F. (2008). Género y Desafíos Post-neoliberales. Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. Revista Umbrales No. 18. La Paz, Bolivia, Plural editores CIDES – UMSA.

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