domingo, 5 de julio de 2015

Igualdad en el empleo entre hombres y mujeres

Históricamente, la mujer ha tenido diversas dificultades y limitaciones para acceder al mercado laboral a diferencia de su contraparte masculina. Hoy en día resulta difícil pensar que en un pasado no muy lejano la mujer no podía trabajar fuera de casa, en horarios nocturnos o incluso disponer libremente de su salario. Afortunadamente estas prácticas han sido superadas por la sociedad actual. Sin embargo, quedan aún factores que obstaculizan el libre y pleno acceso a los mercados laborales por parte de las mujeres. Estos obstáculos, enraizados profundamente en la estructura social, necesitan ser abarcados desde varios enfoques para ser superados y así acercarnos un paso más a la equidad entre hombres y mujeres en lo referente al mercado laboral.

Si distinguimos en el ámbito del trabajo entre el trabajo productivo y el trabajo reproductivo se puede apreciar que el trabajo productivo ha sido tradicionalmente adjudicado al varón y el trabajo reproductivo -por sus cualidades biológicas- a la mujer. “Esta división trae aparejados culturas, creencias y valores interiorizados por las propias mujeres, por el entorno empresarial y laboral, por el entorno familiar e, incluso, por el entorno institucional, que se traducen en comportamientos y estereotipos que se retroalimentan entre sí…” (Kideitu, 2001)

En las últimas décadas la mujer ha pasado a participar cada vez más en el trabajo productivo sin dejar de lado el reproductivo. Es interesante, partiendo de esta base, analizar en qué condiciones es que la mujer pasa a ser mujer trabajadora. En el momento en que ella entra a ser parte de la fuerza laboral de la sociedad toca considerar a qué empleos tiene acceso, cuáles son las condiciones salariales que se le ofrecen, cuáles son sus perspectivas de promocionar y cuál será la solución aplicada para conciliar la vida laboral y la vida familiar. Todo esto en un entorno dominado por el varón. 

Si bien jurídicamente hombres y mujeres deberían recibir el mismo salario por la realización del mismo trabajo y deberían tener las mismas posibilidades de acceso laboral y promoción dentro de él, en la práctica la realidad es distinta. Una realidad donde las mujeres, por el hecho de ser mujeres son sistemáticamente menos remuneradas, tienen acceso limitado a puestos directivos y en general consideradas menos capaces de realizar una u otra tarea por ser complicadas o sentimentales o pendientes de su familia en lugar de concentrarse en el trabajo. 

Entonces, ¿qué podemos hacer para eliminar esta problemática de desigualdad en el empleo? Las herramientas comúnmente utilizadas son políticas públicas enfocadas en igualdad de acceso y remuneración salarial, la instauración de cuotas mínimas de participación de mujeres y acciones específicas enfocadas en la mejora de acceso a empleo para las mujeres o el favorecer la compatibilidad de la vida laboral y familiar. Sin embargo, “intervenciones para modificar estructuras y sistemas de empleo que perpetuan las desigualdades son, prácticamente inexistentes.” (Kideitu, 2007)

Así mismo, una herramienta clave será la sensibilización entre hombres y mujeres, a nivel familiar, laboral y gubernamental sobre la situación y características de la mujer trabajadora.

Si bien se han llevado a cabo grandes esfuerzos para  conseguir la igualdad de oportunidades en el mundo laboral a través de estas herramientas, lo cierto es que si lo que queremos conseguir es verdadera igualdad de condiciones para hombres y mujeres en el mercado laboral, la tarea a realizar va más allá de la norma. Se trata de un tema profundamente instaurado en la psique social y es ahí donde deberán nacer cambios en la percepción de la mujer como madre y esposa a la mujer capaz de trabajar a la par de los hombres, y del hombre capaz de cuidar a la familia más allá de su papel de proveedor. Mientras se mantenga el estereotipo de la mujer como reproductora primero y como trabajadora en un segundo plano, y del hombre que no participa de la crianza, educación y cuidado de los hijos, los obstáculos anteriormente mencionados seguirán presentes para la mujer trabajadora.


Bibliografía:

Kideitu. (2007). El Pincipio de Igualdad de mujeres y hombres en el empleo. (p. 15-22). Guía para la Incorporación del Enfoque de Género en los Proyectos de Empleo y Formación. Aprendiendo de la experiencia. EQUAL. Gobierno Vasco, España: Emakunde, Instituto Vasco de la Mujer como entidad coordinadora de la Agrupación de Desarrollo Red Kideitu.

Wanderley, F. (2008). Género y Desafíos Post-neoliberales. Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. Revista Umbrales No. 18. La Paz, Bolivia, Plural editores CIDES – UMSA.


1 comentario:

  1. Anahí, me gustaría recuperar el contacto contigo. Saludos.

    Oscar L (oleyvaram@gmail.com)

    ResponderEliminar