Vivimos en una
sociedad donde si bien es considerado “normal” que la mujer trabaje fuera de
casa, las condiciones en que le toca afrontar esta realidad distan de ser
equitativas comparándolas con las condiciones que tiene el varón en el mercado
laboral. Una primera brecha entre hombres y mujeres de cara al ámbito laboral
es la formación que ambos reciben, teniendo las mujeres menores opciones y
acceso a estudios con lo cual se presentan menos cualificadas para los puestos
de trabajo deseados. Así mismo, la dinámica laboral actual ofrece a las mujeres
menor remuneración que a los hombres para puestos equivalentes, empleos de peor
calidad y con menores posibilidades de ascenso. Paralelamente se espera de ella
el cuidado y atención de la familia (niños y adultos mayores) sin tomarse en
cuenta estas actividades como trabajo al no ser este remunerado. Debido a esto
y otros factores, un gran porcentaje de las mujeres trabajadoras en Bolivia se dedica
a realizar trabajo informal que, si bien es remunerado, cuenta con altos
indices de inestabilidad y precariedad al no proporcionar prestaciones sociales
a la trabajadora. Es así como “la
incorporación creciente de las mujeres en actividades generadoras de ingresos
ocurre en condiciones específicas de desventaja, como el acceso desigual de
derechos y beneficios sociales, oportunidades desiguales de desarrollo personal
y laboral…” (Wanderley, F., 2008). Al mismo tiempo, “Las relaciones étnicas
interactúan con las relaciones de género en la estructuración de las
oportunidades diferenciadas en la sociedad y la economía boliviana. Las mujeres
indígenas, migrantes de primera y segunda generación, se insertan en las
actividades más precarias y peor remuneradas en el área urbana del país.”
(Wanderley, F., 2008)
Es por esto que se
plantea la necesidad de políticas públicas enfocadas en impulsar la
participación de la mujer en el mercado laboral de manera justa e igualitaria.
Para esto, será
necesario tener en cuenta la demanda que existe de incluir la economía del
cuidado en la agenda pública para la promoción de la equidad de género en
las relaciones laborales. Ya que “las relaciones de género actualmente vigentes
en la sociedad boliviana, las cuales asignan a las mujeres la responsabilidad
del cuidado en el seno de las familias y de las comunidades, las modalidades de
inserción laboral de las mujeres dependen de las alternativas de conciliación
de las actividades de cuidado, las cuales se estructuran a partir de la
distribución del trabajo de cuidado al interior de las familias y de la
existencia y accesibilidad de servicios públicos (estatales y no estatales) y
privados de atención a niños y ancianos (Wanderley, F., 2003).
También se deberá
tener en cuenta que “los efectos de las situaciones de riesgo y vulnerabilidad
social como vejez, invalidez, salud, desempleo, enfermedades y accidentes son
más acentuados para las mujeres debido a su función reproductiva como también a
la manutención de su rol como responsable principal del cuidado doméstico y
familiar”. (Wanderley, F., 2008). Así mismo, contar con canales de
interlocución que permitan que las actoras presenten sus demandas como mujeres
trabajadoras en el marco del diálogo social será una herramienta de gran
importancia para la realización de políticas públicas.
Teniendo en mente la
importancia de la conciliación doméstico-laboral, la protección social y las
vías por las cuales las necesidades de la mujer trabajadora se hacen escuchar,
no hay que olvidar que no todas las mujeres son iguales ni tienen las mismas
necesidades y que la desigualdad afecta a diferentes mujeres de diferentes
maneras por lo que una política pública
eficiente y eficaz estudiará como primer paso ¿A quién se quiere beneficiar?
¿De qué tipo de mujer se trata? ¿Indígena? ¿Clase media? ¿Madre? ¿Madre jóven?
¿Mujer rural o urbana? Por otro lado, se deberá tener claro cuáles son las
desigualdades a las que se tiene que enfrentar en particular esta mujer
objetivo de la política en cuestión para lo cual “la estratificación del
universo laboral por género, etnicidad y clase es uno de los principales
mecanismos de estructuración de las desigualdades socio-culturales y económicas
de la sociedad boliviana” (Wanderley, F., 2008).
Bibliografía:
- Wanderley, F. (2008). Género y Desafíos Post-neoliberales. Género, etnicidad y trabajo en Bolivia. Revista Umbrales No. 18. La Paz, Bolivia, Plural editores CIDES – UMSA.
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